Todo el sistema provincial de residuos de León naufraga por una gestión desastrosa desde su nacimiento hace 10 años. En manos de las empresas de Florentino Pérez y Esther Koplowitz, y del consorcio Gersul, el CTR de San Román ha pasado de ser «un modelo europeo» a saturarse en la mitad del plazo previsto, atenazado por escándalos y denuncias judiciales. El reciclaje es una quimera y todo falla a pesar de que los leoneses pagamos más del doble de lo previsto. Lo reconoce su presidente, Velasco: «Es un desastre desde que nació».
Noticia ileon
Era la panacea: el centro de tratamiento de residuos (CTR) de San Román de la Vega acabaría con decenas, cientos de vertederos incontrolados, y sería un «un modelo europeo». En septiembre, la planta provincial y todo el sistema de residuos de la provincia cumplieron 10 años y de aquella panacea queda sólo la permanente evidencia de que la basura en León sigue apestando.
No sólo lo aseguraba esta semana su actual presidente, José Antonio Velasco, al declarar que gestionar el consorcio provincial Gersul «es un marrón» y que este consorcio qu aglutina a todas las mancomunidades y municipios de la provincia «un desastre desde que nació», al hilo de la última polémica política al ceder a traición la Diputación la gestión económica al Ayuntamiento de León. Es que los datos avalan ese desastre que ha convertido el modelo europeo. Otra evidencia es que hace años que nadie, excepto la plantilla, puede visitar una planta que iba a ser abierta a colegios, colectivos y medios de comunicación…
El principal síntoma de que las cosas se han hecho al revés es que una instalación como el vaso de rechazos del CTR, que nació para dar un respiro de 20 años y albergar toda la basura orgánica de la provincia, apenas llegará a la mitad de ese plazo. Porque a día de hoy, justo una década después, casi no tiene sitio material para más toneladas de residuos. Esto es posible, entre otras cosas, porque la red de plantas de transferencia (a las que debía llegar todfo material reciclable, sacándole partido a su reutilización o venta) han sido un fiasco; y al final, los niveles de reciclaje de la provincia son ínfimos sobre los inicialmente previstos, de modo que todo o casi todo acaba en la planta de San Román.
Las balas del Páramo, la ‘asfixia’ final
Para rematar su escasísima vida útil, acaban de llegar a la instalación que Gersul ya no duda en llamar ‘vertedero’ cientos de miles de balas de residuos que provenían de otro viejísimo problema mal gestionado: la basura que generó León y su alfoz desde 2001 y hasta la construcción del CTR tres años después, que como no tenían destino fueron a parar a la finca El Busto de Santa María del Páramo. 13 años han permanecido allí, por cierto, a costa de pagar 200.000 euros mensuales a ese Ayuntamiento, y después de una tortuosa travesía judicial han acabado en el vaso de rechazos, dejándolo apenas ya sin espacio.
En todo este proceso de las balas, que para Gersul han sido 276.000 toneladas y para el frente municipal de todo el entorno más de 500.000, por la falta de control en su pesaje, evidencia otro desastre: el desastre económico. La unión temporal de empresas (UTE) formada por FCC y Urbaser, es decir, cuyos dueños son Esther Koplowitz y Florentino Pérez, sigue embolsándose dinero y renegociando al alza sin que nadie ponga remedio. La solución de las balas era un compromiso exclusivamente de la UTE, pero como gestiona el CTR ha cobrado la friolera de 11 euros por tonelada en este proceso. También está ahora renegociando la ejecución de un nuevo vaso de vertido que solucione el desaguisado de que el primero se vea asfixiado en tan escaso plazo de tiempo.
270.000 recibos con subidas de hasta el 200%
Por otro lado, otra situación caótica ha sido la económica, de la que también han sido paganos todos y cada uno de los leoneses. Han visto éstos cómo la tasa de basura para reciclaje se ha duplicado en pocos años, después de otros 3 años de caos en los padrones que una vez más se ha solventado privatizando servicios, y todo ello con la ‘excusa’ de atender a los pagos con Legio VII. Subidas del 200% en una factura que llega a más de 270.000 hogares y empresas de la provincia han sido otro motivo de no poco malestar.
También lo hubo cuando se comprobó que parte de los beneficios previstos en la planta, como la generación de energía eléctrica o la fabricación de compost para uso agrícola, se quedaban en una quimera más. En este último caso, con nuevo escándalo incluido, al denunciarse la contaminante composición de este supuesto abono, lo cual obligó a dejar de entregárselo a los agricultores leoneses tras una grave polémica que Gersul y la Diputación negaban.
A todo ello hay que sumar las deudas que aún mantienen muchos ayuntamientos con el consorcio, los compromisos de inversión en nuevas plantas de transferencia jamás ejecutados, no pocos conflictos de tipo laboral con algunas huelgas importantes, impagos e incumplimiento de obligaciones o una lista interminable de denuncias judiciales y procesos administrativos que hacen que el presidente del consorcio Gersul no dude en hablar de «un marrón» de gestión.
Una bomba de relojería
Y la peor de esta situación judicial aún no se conoce demasiado, pero es una bomba de relojería. Porque en octubre de 2011 el Tribunal Supremo ratificó la anulación de la Declaración de Interés Regional que en su día había otorgado la Junta para justificar la construcción sí o sí del CTR en San Román. Una declaración que aceleró el proceso, quitó de en medio incluso las licencias municipales, y allanó todo el camino. Pero con su anulación, ahora la totalidad de las instalaciones están sin sustento legal alguno. Algo que, quien sabe, podría ser el enésimo y definitivo quebradero de cabeza de un consorcio que ha demostrado cómo se deben hacer las cosas para que casi todo salga mal.