El descontento puesto de manifiesto en el 15-M, no se consolidó hasta que apareció Podemos para canalizar las demandas de esta mayoría social
Chema Luis Rodríguez
Consejo Ciudadano de Podemos Granada
A lo largo de los últimos dos años y medio se ha hablado mucho de la ventana de oportunidad que, a raíz del 15-M, se abrió para que el cambio político fuera posible en nuestro país tras años de bipartidismo. Pero no tanto se ha hablado de cómo aprovechar esa apertura, aunque resulta evidente que cualquier opción de irrumpir por esa ventana pasa por ganar las elecciones y poner en marcha políticas que atrás dejen las llevadas a cabo por los partidos tradicionales, que han generado más desempleo, más miseria y menos bienestar social.
El descontento puesto de manifiesto en el 15-M, no se consolidó hasta que apareció Podemos para canalizar las demandas de esta mayoría social, que alejada de viejas etiquetas ideológicas que no servían para aglutinar sus reivindicaciones, y en las que tan cómodas se sentía el sistema, salió a las calles, no para reivindicar la izquierda, sino para reclamar más Democracia y la recuperación de la soberanía. Y si hizo falta la aparición de Podemos para canalizar estas demandas, no es porque nuestras propuestas se distinguieran de lo que las fuerzas políticas que se denominaban transformadoras habían planteado hasta el momento, sino porque por primera vez una fuerza política que tenía la intención de alterar las prioridades a la hora de hacer política, se dirigía al pueblo tal y como este es, sin desprecios, sin pretender cambiarlo antes de ganar.
Algunos sectores de la izquierda, cinco años después, poco han aprendido lo que nos enseñó el 15-M, y es que ganar es mucho más revolucionario que optar a refundar la izquierda por enésima vez. Y ganar solo será posible si continuamos abriéndonos a la sociedad civil, sin miedo, sin tratar de recluirnos en etiquetas, construyendo un proyecto transversal que sea capaz de sumar a quienes faltan.
Hay quienes creen que la transversalidad es un disfraz y lo entienden como algo moderado, pero al contrario. La transversalidad es más contundente, puesto que aborda desde sus orígenes la diversidad social y las distintas experiencias individuales y colectivas experimentadas por la ciudadanía desde el inicio de la crisis; y desde luego, mucho más valiente, ya que deja a un lado el miedo a abandonar el lenguaje con el que hasta ahora nos hemos encontrado tan cómodos, no solo nosotros, también el régimen. El 15-M sacudió el tablero político y comenzó a abrir una ventana de oportunidades, a día de hoy aquello que aprendimos el 15 de mayo de 2011 es la única vía para colarnos por esa ventana. Construir un proyecto que agrupe nuevos consensos con nuevas fronteras, ese es el objetivo. Es imposible entender el éxito de Podemos sin la transversalidad, artífice de que en tan solo dos años una fuerza política nueva y sin implantación territorial haya conseguido 69 diputados. Fue la apuesta por la transversalidad, y por politizar temas que hasta el momento no lo estaban, quien puso en el centro del tablero temas que afectaban a la mayor parte de la ciudadanía como los desahucios, la pobreza energética o la precarización impuesta a nuestros jóvenes.
No habrá posibilidad de entrar por esta ventana si hacemos política para tratar de atraer a aquellos que comparten etiquetas, el objetivo debe ser sumar a aquellos que, vengan de donde vengan, aspiran a un país con unas instituciones más transparentes y al servicio de la gente. Es esto lo que nos permitirá crear una nueva mayoría. Algo que se entiende fácilmente observando datos del CIS, Podemos atrae más del 10% de los votantes que se consideran de centro, una cifra muy por encima de la lograda por aquellos que han vivido anclados a etiquetas durante estos años, y un porcentaje que deberá ir a más si queremos construir un movimiento popular capaz de aglutinar a una mayoría social.
No nos enfrasquemos de nuevo en un debate acerca de la unidad de la izquierda, y dejemos de reivindicar un eje que no ha servido para cambiar las cosas, ni para agrupar una mayoría social que ya existe en las calles. Sigamos sumando, no solo por la izquierda, dejemos atrás la sombra de la derrota y continuemos creciendo hacia fuera, construyendo pueblo. Nacimos para ganar y demostrar que otra forma de hacer política era posible, tenemos la posibilidad de cambiar un país y hacerlo necesita poner en práctica los aprendizajes del 15-M.