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El Banco de España dice ahora que la subida del SMI hizo crecer menos el empleo en los salarios más bajos, pero olvida el impacto positivo de la subida del SMI sobre «en torno a 1 o 1,5 millones de trabajadores fuera de convenio que están afectados por el SMI».
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Es evidente que los menores de 25 años son los más afectados por la desaceleración del empleo pero también son los más beneficiados con una incidencia de la subida de casi un 23% en su colectivo.

Cuando la literatura académica analiza el impacto del SMI sobre el empleo, no encuentra una relación sistemática entre ambas variables. ¿Por qué parece que el Banco de España sí la encuentra habitualmente? Algunas decisiones metodológicas importan mucho. Lo explico
Antes de nada, aclaremos lo que dice y no dice el informe. No dice que “se han destruido empleos”. El BdE señala que la creación de empleo se habría ralentizado en algunos colectivos. Pero, recordémoslo, 2019 fue un año de notable creación de empleo (creció al 2,3%).
En todo caso, el informe del Banco de España presenta, desde mi punto de vista, algunas decisiones metodológicas que ofrecen dudas sobre su capacidad para explicar los efectos globales de una subida del SMI. A continuación señalo cuatro:
1.- La subida del SMI genera dos fuerzas de signo opuesto en la economía. Por un lado, aumenta el coste en algunas empresas (conteniendo la creación de empleo). Por otro, se incrementa el nivel de demanda agregada (impulsando la creación de nuevos empleos).
Captar este doble efecto es crucial, pero el informe del BdE sólo analiza el primero, no el segundo. El análisis micro queda cojo: sabemos lo que les pasa a algunos empleos de bajos salarios, pero no se analiza el impacto macro que el aumento de la demanda tiene sobre el empleo.
Si el incremento del SMI aumenta el consumo de las familias, elevando la demanda de las empresas, puede llegar a compensar el aumento de costes. En ese caso la subida del SMI supondría una sustitución de malos empleos por empleos mejores, sin impacto sobre el empleo neto.
Este efecto no se estudia. De hecho, ninguna de las metodologías que utiliza el informe va a tener en cuenta este efecto macroeconómico sobre la evolución general del empleo.
Por ello, conviene recordar por dónde avanza el debate académico: buena parte de la literatura basada en meta-análisis (combinación de cientos de estudios previos) muestra que hay poca o ninguna evidencia de impacto negativo entre la subida del SMI y la creación de empleo.
2.- El informe presenta los datos de crecimiento de empleo y PIB en 2019 como si el SMI hubiera empeorado la relación entre ambas variables. Se dice: “a lo largo de 2019 la mayoría de indicadores del empleo agregado mostraron una desaceleración mayor a la observada en el PIB”.
Sin embargo, si comparamos la elasticidad del empleo respecto al PIB entre 2018 y 2019, comprobamos que ésta…¡aumenta! (en horas y en empleos a tiempo completo). Es decir, en 2019 el empleo aumentó por cada punto de crecimiento del PIB más que en 2018.
3.- El BdE estudia los cambios en el empleo a través de la evolución en el número de contratos. Pero sólo compara los grupos que están justo por debajo y por encima del SMI, sin analizar lo que sucede a los empleos por encima de 1450€. Este enfoque es muy restrictivo.
Viendo estos gráficos tenemos una imagen parcial de la evolución del empleo en 2019. El empleo por debajo de 1050€ se reduce aproximadamente en 350.000 personas, y el empleo entre 1050€ y 1250€ aumenta en 200.000. Pero, ¿qué sucede con el empleo en el resto de la economía?
En realidad, sabemos que el crecimiento de los empleos por encima de 1.450€ compensó sobradamente la caída de empleos por debajo de ese umbral. Sin embargo, el impacto de la subida del SMI sobre este tramo de empleos –fruto de los efectos de segunda ronda– está ausente.
Es más, en este punto el BdE compara la evolución de dos grupos (uno afectado por la medida y el otro no) pero admite que los trabajadores de cada uno de estos dos grupos no son comparables (se obvian diferencias en jornadas, rotación, días trabajados….).
4.- El BdE estima un ‘logit’ para calcular la probabilidad de seguir empleado después de la subida del SMI. Sorprende mucho que la probabilidad de perder el empleo fruto de la subida del SMI sea igual en 2017 y en 2019: en el primer caso el SMI subió un 7% y en el segundo un 22%.
Más allá de la relación SMI-empleo, el BdE no entra en otras consideraciones, como la equidad. Es legítimo, pero son importantes: la subida del SMI en 2019 ha incrementado el salario de millones de trabajadores (el 20% de menores salarios), reduciendo las desigualdades.
En definitiva, el informe del Banco de España está basado en una serie de supuestos metodológicos que pueden llegar a sesgar el efecto de la subida del SMI sobre el empleo, sobreestimándolo. El propio BdE reconoce que la interpretación de los resultados debe hacerse con cautela.
Con una metodología distinta, y con otros supuestos de trabajo, el estudio podría arrojar resultados en el sentido opuesto, como hacen algunas de las investigaciones anteriormente señaladas.

El informe del @BancoDeEspana sobre la subida del SMI en 2019 hace una contribución al debate público más equilibrada que en ediciones anteriores y aporta elementos que apoyan su aumento. Salvo honrosas excepciones, los titulares se han centrado en la desaceleración del empleo …(nótese que el BdE ya no habla de destrucción, ni da cifras absolutas sino elasticidades), sin embargo, lo más relevante es que 1.570.000 personas mejoraron su poder de compra de manera apreciable gracias a la subida.
El importante número de beneficiados frente al de afectados lleva al BdE a señalar que una evaluación sobre el impacto de la subida solo centrada en el empleo -como la del informe- es parcial y debería completarse con los efectos sobre la equidad y el nivel de vida. Otro punto de gran interés apuntado por el banco es que la subida de 2019 del 22,3% tuvo un efecto menor (-2,3) que la del 8% en 2017 (-2,6).
El motivo, según el BdE, es que el salario mínimo no alcanzó con la subida de 2019 un nivel con respecto al salario mediano que generase efectos no lineales. Esto significa que el SMI podría seguir creciendo por encima de la variación de la productividad hasta alcanzar un nivel de eficiencia sin provocar grandes distorsiones.
Este resultado no es tan sorprendente si se considera que el SMI llevaba décadas sin mejorar casi su poder adquisitivo hasta que se inició su … actualización en 2017. Aunque no está en el informe del banco, hay que señalar que la subida del 22,3% elevó la masa salarial en 2.000 millones, según estimaciones del Gabinete Económico de @CCOO , lo que se tradujo en más consumo y empleo en el medio plazo.
Este efecto de segunda ronda moderaría el impacto calculado a corto plazo por el banco que, por otro lado, estima unas elasticidades muy pequeñas sobre la ocupación total (-0,03% a -0,05%). El BdE advierte de los problemas metodológicos que implica su cálculo y las prevenciones para su uso
La MCVL no posibilita separar bien estos dos grupos, porque no permite descontar de los salarios o las bases de cotización incluidas en la muestra, los pagos extraordinarios, en especie o por complementos funcionales, que no forman parte del SMI.
Esto provoca que trabajadores que deberían estar en el grupo de tratamiento aparezcan en el de control, porque parece q cobran más del SMI cuando en realidad su remuneración se fija con el SMI y lo q ganan por encima son complementos u horas extras.
Este problema de identificación hace más inestable al grupo de tratamiento, pues su efectivos más estables (los que cobran horas extras o complementos) se clasifican mal en el grupo de control, sesgando al alza los efectos negativos estimados sobre el empleo de las subidas del SMI.
El BdE intenta solventar este problema usando un salario de corte entre ambos grupos superior al salario mínimo y haciendo un ejercicio específico para el sector de hostelería, pero el problema persiste por lo que, como muy bien apunta el BdE, sus estimaciones deben tomarse con precaución.
Por último, algún medio está señalado que los menores de 25 años son los más afectados por la desaceleración del empleo, obviando que también son los más beneficiados en términos relativos, con una incidencia de la subida de casi un 23% en su colectivo.