MANIFIESTO
Hoy, en el Día Internacional de la Mujer Rural, visibilizamos nuestra realidad en el territorio, sin equilibrio poblacional ni social, que nos deja desamparadas no sólo ante los cuidados, sino ante la gestión de cualquier tipo de violencia.
Es necesario que el conjunto de la sociedad española sea consciente de este escenario enmarcándolo en la totalidad de nuestro país, y entendiendo la falta total de servicios que tienen la inmensa mayoría de las poblaciones. El desequilibrio territorial es un problema que no existe en el imaginario colectivo, más allá de la idea romántica y casi literaria de la despoblación.
En España existen 8.124 municipios.
El 49 % tiene menos de 500 habitantes y representa la mitad del territorio.
El 74 % de los municipios tiene menos de 1.000 habitantes.
El 96 % tiene menos de 5.000 habitantes.
En todos ellos vivimos mujeres en total desamparo institucional y que somos ejemplo de resiliencia y resistencia en relación a la conservación de nuestro mundo rural.
Nosotras asumimos la carga de los cuidados, la falta de servicios médicos, farmacias, cobertura telefónica, transporte público o acceso a cualquier actividad complementaria en formación infantil o de adultos más allá de la obligatoria, desplazándonos por carreteras secundarias, en condiciones climáticas adversas gran parte del año.
Pequeñas asociaciones, concejalías sin remuneración alguna y grupos culturales y de defensa del territorio, donde las mujeres ejercemos un papel indispensable, suelen ser las encargadas de ocuparse de forma voluntaria del tejido cultural, social y político en poblaciones envejecidas y masculinizadas.
La situación de las mujeres rurales es particularmente sangrante en los casos de violencia machista, en los que quedamos totalmente desprotegidas frente al maltratador debido a la inexistencia de seguridad ciudadana y servicios sociales.
En el 96% de los municipios españoles no hay policía local o tiene un horario limitado sin servicio de guardia. Los servicios municipales están sólo disponibles algunas horas al día y los servicios sociales y médicos son itinerantes.
El desequilibrio territorial se transforma en desigualdad asfixiante sobre las mujeres y en toda clase de barreras a las oportunidades, que nos empujan a marcharnos. El éxodo rural es, sobre todo, un éxodo femenino.
Las mujeres rurales somos diversas, también en nuestra orientación e identidad sexual. Dentro de esta diversidad, nos enfrentamos al desequilibrio cada una en nuestro ámbito.
Cuando hablamos de servicios sociales, cuidados, violencias machistas, techo de cristal, oportunidades o políticas públicas, estamos enfocando los problemas de sólo el 4% del territorio. El otro 96% por ciento queda desamparado y desenfocado en el planteamiento global y “urbano” de la desigualdad.
El apoyo institucional y los cuidados compartidos son esenciales para que las mujeres rurales impulsemos proyectos productivos y culturales y entremos en espacios de responsabilidad y de decisión.
La conexión es imprescindible, como toda forma de comunicación, y los protocolos sobre violencia machista, LGTBIfobia, formación ciudadana y funcionarial sobre feminismos, han de revisarse y adaptarse a la realidad del mundo rural. A la realidad de ese 96% de municipios españoles.
Es la resiliencia y la resistencia del conjunto de las mujeres lo que mantiene vivos los pueblos, cada vez con más dificultad.
Es indispensable darnos apoyo desde las instituciones, atacando de frente este desequilibrio territorial, para poder construir un país igualitario, estable y con futuro.